Aprovechando la conexión directa de vuelo desde Valencia, visitamos la ciudad de Rotterdam durante tres días.
Nos sorprendió gratamente la bella ciudad del Mosela, que facilmente cabe comparar con Nueva York por la presencia constante del agua que la rodea.
Llegada y hotel
El hotel (ver reseña) fue una elección acertada. Moderno, de diseño práctico en su recepción, cuenta con ordenadores para el usuario, registro en pantalla y recepción con cóctel de bienvenida, como los que se preparaban antes en los bares de lujo. La decoración te hace sentir en casa, con espacios para el relax y otros para el trabajo durante la semana. La amabilidad del staff del hotel es algo que tantas veces echamos de menos pero aquí es proverbial. La localización junto al puerto viejo (oude haven) lugar de moda para tomar una copa.
Arquitectura moderna, Mercado actual y paseo en bicicleta
La visita a Rotterdam la comenzamos con la visita del entorno arquitectónico, con las célebres casas cubo (Cube House) y el Mercado principal (Markthalle), que comparamos instintivamente con el mercado central de Valencia.
Tras ello tomamos sendas bicicleta de alquiler que nos llevan a la mayor concentración de molinos- que ya es decir- de los Países Bajos. Un paseo de 20 kilómetros por diques, canales y praderas salpicadas de granjas y pequeñas urbanizaciones nos lleva hasta allá, alejados del turismo masificado. Comimos en un merendero el sándwich del supermercado, con el vino tinto de rigor, y la amabilidad de nuestros vecinos, que nos ofrecen sin pedirlo abridores y vasos de plástico. Atravesamos la quijotesca formación de molinos al bello atardecer y regresamos en el Waterbus o transbordador que permite incluir las bicicletas por módico precio.
Het Park, isla de los museos y antiguo puerto
El día siguiente seguimos en bici y visitamos el hermoso parque que rodea el mirador de Europa con bellísimos árboles, con las hojas recién coloreadas con amarillos y rojos suaves por el pincel del otoño, lagos y estanques de aspecto natural y antiguas residencias.
A continuación nos trasladamos al distrito de los museos, esparcidos pero contiguos unos a otros, donde merece visitarse el de arquitectura y diseño (Het Nieuwe Institut), el de historia de la pintura y el de arte moderno (Museum Bojmans).
Nosotros nos decidimos por el Museo de Exposiciones de Arte Contemporáneo (Kunsthal) último donde asistimos atónitos a una exposición de tres pisos sobre todas y cada una de las películas de James Bond, con el atrezzo, vestuario, vehículos, escenarios, artilugios e inventos que cada uno de los protagonistas usó para estos films que cortan el aliento.
A continuación, visitamos el antiguo puerto de Amsterdam o Delvshaven, una zona a explorar por sus antiguas viviendas del siglo XVIII, que recuerdan a Amsterdam, los barcos antiguos, la iglesia desde donde partieron a Inglaterra los peregrinos del mayflower y pequeños restaurantes o tabernas, donde se degusta el pescado y la cerveza local producida allí mismo.
Finalmente llegamos en nuestro segundo día de bicicleta al muelle de dónde salían los barcos de emigrantes hacia Nueva York, con el edificio antiguo reconvertido en bello hotel, New York Hotel cómo no, y una bella vista del Puente de Erasmo.
Lluvia por fin y paseo de compras.
El último día, lluvioso lo dedicamos a hacer pequeñas compras.
Recomiendo a nuestros seguidores una visita a esta hermosa ciudad, al menos para compartir experiencias. Y os dejo a continuación unas ilustraciones del viaje.
José Vicente Niclós
Guía de Turismo
Sorprendente la ciudad de Erasmus.
Hola Itineris, parece que Rotterdam tenga cualidades como amor por la tradición, movilidad en bicicleta y una arquitectura que la hace competir, o al menos compararse, con la de la ciudad de los rascacielos, Nueva York. Además, por la presencia constante del río alrededor, de diques y canales.